HERGOZ, 1964.

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¿Por ejemplo? Pues, por ejemplo lo que significa ser un hombre. En una ciudad. En un siglo. En transición. En una masa. Transformado por la ciencia. Bajo un poder organizado. Sometido a controles tremendos. En el estado resultante de la mecanización. Después del último fracaso de las esperanzas radicales. En una sociedad que no era una comunidad y devaluaba a la persona. Debido al poder multiplicado de los números que volvían desdeñable al individuo. Que destinaba miles de millones a gastos militrares contra un enemigo extranjero pero no pagaba por mantener el orden nacional. Que permitía el salvajismo y la barbarie en sus grandes ciudades. Al mismo tiempo, la presión de millones de seres humanos que han descubierto lo que pueden hacer los esfuerzos y las pensamientos coordinados. De igual manera que megatones de agua moldean organismos en el lecho oceánico. Que las mareas pulen piedras. Que los vientos oradan acantilados. La hermosa supermaquinaria que abre una nueva vida a la innumerable humanidad. ¿Les negarás el derecho a existir? ¿Les pedirás que trabajen y sufran hambre cuando tú disfrutaste de valores anticuados? Tú..., tú mismo eres hijo de esta masa y hermano de todo lo demás. De lo contrario eres un ingrato, un diletante, un idiota. Ahí, Hergoz, pensó Hergoz, puesto que has pedido un ejemplo, ahí lo tienes.   
Hergoz, 1964. SAMUEL BELLOW. Nobel de Literatura de 1976.

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¿Es sólo un párrafo?, ¿acaso no está la vida en las páginas de la literatura?, ¿no sería verdad que tú y yo estamos ya ahí a pesar de no haber nacido aún? El espejo de la literatura es el reflejo que se ha de buscar para encontrar al ser humano, su abismo, su mirada; para poder saber también de ti mismo. Reflejo que es contenido, significado; que puede descifrar el misterio del ser humano si es verdad que el hombre puede comprenderse y ser comprendido. Ahí es casi nada. Les dejo tan sólo un párrafo.

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