LIBIA; EN EL PUNTO DE MIRA.


La dimensión de los hechos no siempre es visible. Los hechos muchas veces se nos escapan al entendimiento; no hay puntos de referencia que nos hagan comprender por qué algo hoy es diferente a como se veía ayer, o por qué lo mismo en un espacio es olvidado en otro. La guerra contra Gadafi es un hecho; la situación de Libia es grave. Si bien es cierto que Gadafi representa el más absoluto desdén hacia los derechos humanos, también lo es que dicha circunstancia no es de hoy. Tampoco es única en el mundo. Son muchos los escenarios en los que la vida de una persona no tiene valor; espacios en los que los derechos humanos son una entelequia. Simplemente no existen, y en ellos las personas son pisoteadas cual inmundas sabandijas ante el silencio de la comunidad internacional. Y sabiendo quien es Gadafi, lo que de verdad me remueve, es esa insistencia del Sr Zapatero en que con la intervención no se está buscando el derrocamiento de semejante personaje. ¿Qué se busca entonces? ¿Creemos verdaderamente que Gadafi va a construir una Libia libre, democrática y con menos injusticias? ¿O se buscan las condiciones "diplomáticas" necesarias para que Occidente no deje de tener la materia prima que nos mueve?

La guerra contra el régimen de Gadafi es una realidad, sin embargo, tengo la sensación de que no existe un objetivo concreto. El desconcierto es palpable. Tampoco parecen muy claras las acciones militares que se van a llevar a cabo. No tenemos más que pasear nuestros ojos por titulares como los siguientes; El líder estadounidense quiere desbloquear el conflicto en la Alianza. La OTAN asume el embargo marítimo pero aún no la exclusión aérea. Francia es la más reticente a que la OTAN asuma el liderazgo. Alemania, aún reticente, retira sus buques del mando de la OTAN. Rusia y China permanecen en desacuerdo, reticentes y confusas. Para mí, la intervención sobre Libia, no deja de ser un puzzle sin armar. Una discordinación de fichas en el que sólo se sabe qué pieza es la causa; el ataque de Gadafi sobre su propia población provoca en Occidente la necesidad de intervención.

Hoy, la guerra no está mal vista. La Ministras Chacón alega que las circunstancias de hoy se diferencian en mucho respecto a la intervención militar en Irak; aquella guerra, dice, se fundamentaba en mentiras, y la de hoy es legal y se apoya en cuestiones y razones humanitarias. Esta no es una guerra censurada, criticada, ni evitada; fue aprobada por mayoría en nuestro parlamento. Pero yo le diría a usted, Ministra Chacón, que las mentiras de esta guerra, también saldrán a la palestra. La mentira siempre es corta de patas, a pesar del matiz humanitario del que se la quiera cubrir. La guerra de Irak se libró sin autoridad reconocida, eso es cierto, no tuvo en cuenta la dirección para el orden internacional que es la ONU. Fue una guerra sin amparo institucional e injusta. Pero interiormente pienso que esta acción militar sobre Libia que no busca el derrocamiento de Gadafi, también tiene una razón de justicia endeble. La injerencia en los asuntos de un estado tiene que tener causas definidas, explicitas y explicadas. Las guerras pueden ser necesarias, sí, pero ello no las convierte en justas. Justicia y necesidad no son lo mismo.

Esta guerra no tiene repercusión ni grito; los de la ceja, tan entusiastas con su "no a la guerra", no se han dejado notar. No deja de ser conmovedor su incondicional apoyo a la figura de Zapatero, que con su silencio apoyen al político por encima de un "no a la guerra" que entonces la mayoría comprendimos muy bien. No sé si las guerras se pueden diferenciar en algo, si hay alguna circunstancia que las haga mejores o peores. Lo que sí las diferencia es el análisis de si podían haber sido o no evitadas. También la causa que las origina, esa también puede ser diferente en según qué guerra. Lo que inevitablemente las iguala son las consecuencias: estas siempre son las mismas, y siempre las sufren los mismos. Por eso en mi interior siempre habrá un no a cualquier guerra. Pero ya nos han explicado ustedes ayer que esta es una guerra legitima. El apoyo de la ONU así nos lo tiene que hacer entender, aunque dentro de la organización también ha habido muchos peros que se procuran silenciar. La repetición contínua de la humanidad de la que se revisten los hechos es un hecho que nos ha de quedar muy clarito a todos ¿verdad?; esta intervención militar es una acción humanitaria.

No puedo por menos que verle la ironía y el sinsentido a los hechos, además del agravante que es saber que Gadafi  no parece entenderlo así. Y mientras observo su figura exaltada, absurda y con cierto matiz de locura, pienso que lo que a mí personalmente me gustaría que me explicasen, no es lo humanitaria o no que es esta guerra, su legalidad, su inclusive necesidad, sino la diferencia que puede haber entre estos dos elementos, esos dos sátrapas que son Gadafi y Sadam.


Ayer estuve escuchando por radio la intervención del Presidente del Gobierno en el Parlamento explicando los hechos, las circunstancias que los preceden y que hacen de la intervención algo inevitable. Zapatero se ha implicado con entusiasmo en la intervención militar contra Gadafi. El congreso también ratificó por mayoría la intervención en Libia. Es una intervención humanitaria, dice, para defender a los ciudadanos de los ataques de las fuerzas libias. Afirma rotundo que la intervención se ajusta a la legalidad vigente; es una guerra además de humanitaria, legal. Reconozco que estas cosas me ponen los pelos como escarpias. Y que la duda sobre todo lo que se dice, sobrevuela mi entendiemiento, lo supera. Una guerra es siempre y será, una atrocidad.

Es cierto que las acciones de Gadafi habrían de ser frenadas; los hechos lo confirman, eso es evidente. Pero, ¿por qué hoy si hasta ayer se le han reído las gracias y por su Jaima han pasado líderes mundiales que no han levantado un sólo dedo para denunciar su absoluto despotismo? Libia se encuentra hoy inmersa en una guerra interna que ha sido amplificada por la comunidad internacional. Gadafi es una caricatura exaltada que no tiene el menor rubor de utilizar escudos humanos que preserven su figura. También ha demostrado que bien poco le importa matarlos. Ejerce un gobierno déspota que está dispuesto a quitar del medio cualquier hecho que le contradiga. Por supuesto que hay razones de peso para obligar a Gadafi a repensar su actitud, a que se retraiga y a que cambie de actitud, pero no dejo de pensar que su despotismo no es en absoluto algo nuevo,  y que hasta no hace mucho diversos mandatarios europeos parecían reír sus gracias. Occidente, en concreto España, le vendía armas también muy alegremente. Claro está que entonces las comodidades occidentales no estaban en juego, sólo miles de vidas en África.

Lo que me pregunto hoy, ya no es tanto por qué se decide intervenir Libia, sino por qué se hace precisamente en Libia y no  en otros lugares donde el poder es igual de tirano o más. Países en los que no ser respetan los derechos humanos, entre ellos, la vida. La vida de los que piensan diferente, la vida de los más débiles, la vida de los desheredados de la tierra. Y al contrario que la Sra Chacón, hasta se podría pensar que Irak también tenía su lado humanitario, esto se lo tendríamos que preguntar a los Kurdos, a los que quedan vivos, después de la la limpieza étnica que sufrió el Kurdistán bajo el mandato de Sadam. Ellos sí sabrían explicarnos las razones humanitarias que explicarían la guera contra Irak. Pero es evidente que los Kurdos nunca estuvieron en el punto de mira de los aliados que entonces decidieron atacar Irak. Los intereses son siempre otros.

Lo único que prevalece en mi pensamiento es que una guerra siempre es una atrocidad. Inhumana, delirante y de insospechadas consecuencias. Las guerras, lo único que tienen definido, es la causa que las origina; se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo terminan. Hay que quemar muchas naves, hay que sopesar los hechos y el escenario antes de embarcarse en ninguna guerra, porque sus consecuencias, siempre las asumen los desheredados de la tierra; personas inocentes que sin tener nada, lo acaban perdiendo todo. Y sí, sé que simplemente soy una ciudadana de a pie, que la política internacional es más compleja de lo que podamos imaginar, pero también sé que una vida tiene el mismo precio en cualquier escenario, aunque parezca que lo hayamos olvidado. El mundo es un escenario de dolor en demasidos lugares, sin embargo muchos de ellos jamás son mencionados. Hoy Libia, es el único punto de mira, y parece no haber ningún desajuste más. Como si el resto del mundo estuviera de rositas.
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"No se puede estar en el mundo sin volverse uno furioso por las barbaridades que ocurren todos los días".
Joumana Haddad.

 JOUMANA HADDAD; UNA ESCRITORA LIBANESA. R5


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