ALMUDENA ARIZA


Me gustan las mujeres valientes; las mujeres que no han dejado de ser ante las circunstancias. Mientras me dedicaba al orden de las mil cosas que mi casa tiene fuera de lugar, en la radio entrevistaban a una mujer que me ha gustado siempre; Almudena Ariza.

Pensé que me hubiera gustado ser como ella, haber tenido el suficiente coraje para hacer lo que ella hace y haber olvidado responsabilidades inventadas. Hubiera querido vivir con el convencimiento de que el mundo se puede llevar en una mochila; y que el mundo está necesitado de ser contado tal cual es. Me gustan sus reportajes. El último que ví fue el que realizó en Indonesia; el volcán Merapi había arrasado multitud de poblaciones. Admiro su capacidad y su entereza para comunicar sin melodrama. Me gusta su tono, pienso que es una manera de denunciar que el dolor de las personas importa muy poco. Su reportaje es intachable.

Me no haberme dejado confundir, y que la vida me hubiera dado más de sí. Siento que se me ha pasado volando. Me he dejado entretener por mil circunstancias que siendo importantes, quizá no han sido tan necesarias. Y cuando me quise dar cuenta me encontraba dedicada a la exprimida experiencia de la rutina, involucrada en un trabajo que aunque me gusta, a día de hoy me cansa. Ha sido divertido, no digo que no, e incluso muchas veces intenso y emocionante. Además, soy totalmente consciente de que no podría ser como Almudena. Me conozco muy bien a estas alturas. La admiro precisamente porque es lo que yo no soy. Admiramos siempre lo opuesto.

Me gusta su entenderse débil y sin embargo estar ahí, en la brecha. Vive su trabajo. Esa necesidad de contar lo que ve y hacerlo a su manera Suelo leer su blog. Me gustan su claridad y su sencillez, su visión humana y comprometida.

En cuanto a mi singular persona, es evidente que yo jamás hubiera podido ser Almudena Ariza. Así que me quedo con mi carrera de periodismo colgada en la pared de la habitación más pequeña de la casa, con mi trabajo de de cada día, y con mis otros trabajos de intendencia. De vez en cuando observo la orla y me enrabieto. Lo cierto es que no me quedé indiferente ante esta entrevista; sonrío y pienso que lo que nos movió un día nunca, se pierde del todo.


 

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